Este verano oí por radio un comentario de un poeta sobre El guardián entre el centeno, se publicó en 1951, que la consideraba “un clásico de la literatura moderna “ estadounidense, que era leída y estudiada por todos los alumnos de secundaria. También aquí en España. Como yo la conocía y había leído hace bastantes años, he pensado que tal vez ahora, en otro momento de mi vida, observe otros rasgos que me pudieran acercar o alejar a aquella primitiva lectura. La verdad es que me han alejado.
Para los que no la conozcáis os resumo brevemente la historia: se trata de un joven que nos narra en primera persona su paso por el colegio de secundaria –habla del colegio, las habitaciones, los compañeros,…- del que es expulsado por mal estudiante y en lugar de regresar a casa, se dedica unos días a llamar a amigas y amigos, visitar bares y lugares, gastándose gran cantidad dinero, hasta el día que obligatoriamente han comunicado a los padres las vacaciones.
Gracias a su relato conocemos a su familia. A su hermano muerto y a su hermana Phoebe, también a sus padres, que al final no nos cuenta cómo le echan la bronca por ser expulsado.
Cuando se escribió la novela gustó, parece, esa actitud del joven rebelde que detesta la sociedad y que hace un planteamiento de alejarse de la misma abandonando su casa y familia, aunque al final continúa con su protección
Algunas cuestiones:
¿Cómo es este joven? Desde la historia se manifiesta un poco melindroso: le molestan algunos saludos o despedidas típicas de la cotidianeidad, se muestra ante diferentes situaciones constantemente deprimido ,a veces él reconoce estar “como una regadera”. Pero por otro lado, se muestra perspicaz, interesado por la literatura.
¿A qué se debe el título? A un poema de Robert Burns que dice:” Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno…”No lo entiendo. Los niños jugando, sin vigilancia, entre el centeno, y si no fuera por el protagonista caerían al precipicio?
Holmes, el protagonista , como cualquier joven, desorientado, no sabe qué hacer en la vida, pero el profesor Antolini –que luego resultó marica- le orienta sobre una educación académica –es lo más profundo de la obra. Lo demás es casi intrascendente.
Prefiero El Lazarillo de Tormes, también narrado en primera persona.
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