de campanillas, o a este otro tipo
en el siglo VI a. de C., ya exisitían, o es que Nabucodonosor iba a ser más refinado que nosotros? Bien es cierto que en la ciudad de Babilonia, donde parece ser se encontraba el Edén (¿y el valle Josafat?), habría agua suficiente, procedente de los ríos Tigris y Éufrates , que, entre verdes montañas derramarían sus frescos líquidos en el hermoso diseño -hoy nadie conoce- que el rey dedicaría a alguna de sus amantes-¡Parece que los reyes tienen muchas amantes!- Se perdieron, dice la historia, por abandono, como todas las cosas que se abandonan.
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