Vivimos con ideas preconcebidas que, normalmente, no las ponemos en duda y las aceptamos con tal seguridad que llegan a formar parte de nuestra vida, de lo que somos.
A mí me sucedía esto con la región de Murcia que siempre la asocié a huerta y playa . Y nada más lejos de la realidad. En primer lugar, Murcia y su región forman una Comunidad Autónoma, cuya extensión es mayor que la de otras comunidades, y su capital, Murcia, se constituye no sé si en la cuarta provincia de España que más habitantes tiene, alrededor de unos cuatrocientos mil. De ahí,que no es nada extraño, de que su oferta cultural sea bastante interesante. Si no conoces Murcia te enumero algunos de sus museos: de la Ciudad, Arqueológico, Bellas Artes,Salzillo, Ramón Gaya, de la Catedral, de Santa Clara,...y muchos otros más específicos.
Vamos, que Murcia tiene cultura para un rato.¡Y, sin embargo, qué vacío está todo..!
La ciudad, aunque es extensa, concentra en una reducido espacio su recinto artístico. Esto permite un recorrido rápido por los diferentes sitios que merecen una visita. El Ayuntamiento, La Plaza del Cardenal Belluga, con la Catedral, otros palacios y el edificio de Moneo, constituyen un centro arquitectónico llamativo. Cerca el Casino, digno de ver. Iglesias y Museos, bastante juntos, constituyen una oferta irresistible que os iré mostrando. Saludos.
Cerca de la Catedral, en una de las calles murcianas más transitadas, junto a un moderno café donde sirven un excelente café, está el Casino.
Destaca por su noble luz, bordada de formas islámicas sobre vasijas en las paredes y claros colores de ninfas mitológicas en los techos; una mirada apacible recorre las estancias de gente noble que charla silenciosa y se pasa de unas dependencias a otras. Me siento en la biblioteca y reflexiono sobre lo que pudo significar este lugar lleno de espiritualidad en un ambiente apto para gente refinada, cuya obra quedó aquí, en esta luz, con estas imágenes, esculturas clásicas de Policleto: "No hay belleza sin unas proporciones regulares"(Platón), donde el emir Ibn Hud, después de disfrutar de la gloria, caminaria con su caballo, huyendo de los cristianos.
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