Cerca del Monasterio de Jaca, el pregrino se adentra en el pueblecido de Santa Cruz de la Serós, pueblo pequeño, bien conservado, de llamativas chimeneas "espantabrujas", no me extraña: por los montes que lo rodean y por el frío que debe hacer cuando llega el frío. Su importancia del pasado se traduce en dos pequeñas iglesias: la iglesia de San Caprasio (en románico lombardo) y la iglesia que fue monasterio femenino de Sta. María (S.X).
Solo por el Retablo de esta iglesia merece la pena detenerse .Es una maravilla esa pintura del S.XV con escenas del Nuevo Testamento: la Anunciación, el Nacimiento,la Adoración, la Resurrección, la Crucifixión,...y la Virgen con el Niño en el centro del retablo, en alabastro. Bello.
Pensamos un rato e imaginamos aquí -faltan elementos- a las hijas de Ramiro I de Aragón y de la nobleza aragonesa, quizás la Virgen tenga la cara de alguna de estas nobles, y ese Cristo en la cruz, y esa Virgen en la cama, y posiblemente el Niño o San José,o incluso la vaca y el burro en esas chozas representen, un poco, las costumbres de los lugareños o sean ellos.
En ese momento nosotros somos esos lugareños y esos dibujos somos nostros representados al óleo en una tabla de madera.
Sentimos dejarnos, pero hay que seguir el camino.
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