lunes, 15 de enero de 2018

Máquinas medievales


Entré a este Museo de Aínsa, se puede decir de noche. Cuando el enemigo, cansado de esperar a la luz del día que siempre es visto, comienza a prepararse para el asalto-Ya tiene próxima la Maquinaria incendiaria y la Máquina para rebasar fosos; un grupo de hombre colocará, al dar la orden, la Grua de asalto y el Puente levadizo si hicera falta para pasar el foso. Otro grupo llevará la Escala y los Cometas incendiarios...En poco rato, el ruido se oirá en toda la zona y el fuego iluminará la noche oscura como si fuera un incendio. 
Temo salir de esta exposición porque presiento que algo me va a pasar, como así fue: un tropezón y caí al suelo.Mientras me levantaba me vino a la mente aquellos refranes populares relacionados con la guerra: Las armas las carga el diablo ,y, las armas y las heridas deben llevarse a escondidas  . A nadie se lo dije y salí huyendo.
----------------------------------SEGUNDA REDACCIÓN------------
 Ainsa es un pueblecito de  Huesca, con una estructura de calles y edificios que conservan la antigüedad medieval. Aunque el tiempo haya cambiado;el pueblo, no.  A las autoridades del mismo se les ha ocurrido una idea turística: hacer un museo con maquinaria de época medieval, pero diseñándola en pequeño para ser expuesta en el interior de un edificio que sirve de museo.

Después de visitar el pueblo, decidí entrar al museo, se puede decir anochecido. Cuando el enemigo cansado de esperar la batalla a la luz del día que siempre es visto, se pone manos a la obra para intentar el asalto. Ya tiene próxima la maquinaria incendiaria y la máquina para rebasar los fosos.Un grupo de soldados colocará, al dar la orden, la grúa de  asalto y el puente levadizo, si hiciera falta para adentrarse en el Castillo, superando el foso. Otros soldados irán con la escala y los cometas incendiarios, y así cada uno tendrá una misión que cumplir. En poco rato, el ruido será ensordecedor y se escuchará en toda la zona, y el fuego, como si fuera un incendio, iluminará la oscura noche dejándola como si fuera de día. Se verán los ojos, no se sabe de qué color, se oirán voces trituradas, se chocarán cuerpos empapados en sangre. Es lo que llaman “el arte de la guerra”.
Todo esto pasa por mi mente al contemplar la exposición y temo salir a la oscuridad porque presiento que algo me va a suceder, como así fue. Como si hubiera sido un disparo, nada más salir, tropecé con un artilugio que por su tamaño no cabía en el edificio donde se encontraban los demás, las máquinas inventadas para hacer daño, y caí al suelo todo lo largo que era.”¡Muerto!” gritaron dos  jóvenes que analizaban, antes de entrar, otro objeto o máquina que también estaba fuera de la exposición.”No, vivo!” dije yo, pero ni siquiera tuvieron intención de acudir en ayuda. Así que mientras me levantaba recordé aquellos refranes populares que dicen:”Las armas las carga el diablo”y “Las armas y las heridas deben llevarse a escondidas”, pero yo había sido descubierto, el enemigo descubierto que no tiene más solución que enfrentarse o dejarse batir.Y aunque me enfrenté a responder a los jóvenes como si nada hubiera pasado, el dolor de la herida iba conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario