Si hay algún aspecto que destaque y diferencia a unos seres de otros es el rostro. Todos distintos, pero todos iguales pertenecientes a una misma especie. Sobre una piedra, en una piedra: esa abstracción hace que el espectador pueda darle la forma que falta, corpóreo. No es Noli me tangere, sino tócame. Una base para sustentarse, con pies firmes, con la mente en su sitio. Puedes mirar su cuello "del luciente cristal su gentil cuello", ideal de belleza del renacimiento, retorcido, serpentino, que sujeta el bello rostro donde todo se dice. Gran escultor que nos enseña que lo sublime se reserva en la mente de la protagonista, una alabanza al tiempo, a la madurez, en esta escultura en O Grove.
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