Estuvimos esperando a que llegara
el cura. - Ya sabes que como las iglesias en Soria son propensas a robo, se
mantienen cerradas- Y nada más abrir la iglesia, ¡como locos!. Nos abrió y como
locos con nuestras cámaras. Estábamos hartos de fotografiar el exterior. Y nada
más entrar , fogonazo por aquí, fogonazo
por allá.”Sin flash” ., gritó de nuevo el cura. Ya nos lo había dicho antes de
entrar. Pero un relámpago de luz por un desalmado atravesó la virgen y los muros. Este es un
pueblo muy mal educado, no entiende las prohibiciones. Uno pensaría que por ser
mayores, estas normas tan simples se comprenderían, pero no. ¿Cómo van a salir
así los hijos? El cura nos había explicado el arte románico. Algo sabía porque
tenía tres libros publicados sobre el románico de Soria, que nos vendió a casi
siete euros cada uno. Pero sabía. Como todas las iglesias románicas su interior
es muy simple. En el interior había bastantes sillas para sentarnos. En realidad, en una iglesia románica no hay más que los muros. Pero aquí había sillas, es decir, tenían su uso. Tranquilamente o, mejor,
intranquilos escuchamos la explicación románica de la virgen y de las pinturas de la iglesia."Ahora pueden hacer unas fotos, pero sin flash".Chocamos unos con otros. Todos queríamos coger ese momento único. El gordo de cabeza y desalmado de nuevo atravesó con un rayó de luz los muros. Lo miré descaradamente, pero no se daba por aludido, sin flash, sin flash,...le dije casi en silencio. Enseguida comprendí y recordé a la gente de San Esteban que se describe en el Cid y deduje que este hombre no era de esos:
"La gente de San Esteban, que tan comedidos son,
así como lo supieron, pesóles de corazón.
Tributo dan a las hijas del buen Cid Campeador.
(....)
Llegaron luego a Gormaz, buena fortificación,
y allí dentro se albergaron, y la noche se pasó.
A San Esteban entonces la noticia les llegó:
que por sus primas Minaya venía, por ellas dos.
La gente de San Esteban, que tiene en mucho el honor,
recibieron al Minaya y a los de la expedición.
Dan a Minaya, a la noche, viandas de provisión.
No se las quiso tomar, aunque se lo agradeció:
-Varones de San Esteban, que sabéis lo que ocurrió:
por la honra que aquí disteis en esto que aconteció,
en donde está os lo agradece nuestro Cid Campeador
(vv.2820-2823; 2843-2853, del Poema de Mío Cid)
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