No es la primera vez. He estado otras, en San Juan de Duero. Con sol, con lluvia, con viento y neblina, ese claustro siempre llama la atención. No hace falta techo, no hace falta puerta de entrada, simplemente unos arcos, todos distintos, diferentes, para crear la imagen que falta. ¿Qué picapedrero retocó esas piedras? ¿Qué estudioso tuvo la ocurrencia de idear ese trazado, de incluir en esos capiteles adornos y mensajes? Es un arte que no ha sido superado.¡Maravillosas columnatas que parecen adorar el cielo!Acogen al viajero que llega y no deja de mirar, admirado con tanta belleza.El dorado de la piedra, el dorado de las hojas cayendo de los álamos, el misterio, la soledad al lado del río, el respeto...todo en San Juan de Duero. Bécquer y Machado al unísono.Buen viaje.
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