miércoles, 30 de diciembre de 2020

Resistir

Todo se resiste. El frío invierno retuerce su bigote, en la tarde, y lucha con las trompetas del sol a punto de morir. La negritud de la tarde vaticina la noche silenciosa, sin seres vivientes, tras la espesura de los álamos aquellos humildes pájaros. También corren, caminan de prisa, envueltos en el bozal, sin esconderse en las hiedras, esos seres vivos perseguidos por los otros. Nada enloquece ni impide el recuerdo en los instantes donde tiempo y espacio confluyen en una anónima firma. Las franjas se interrumpen, se juntan en una antorcha que no perdura, ahora innecesaria, entre lo artificial y natural de lo que tiene que venir. El firmamento se torna máscara de un gris y negro melancólico. El pájaro búho de la noche, aún incipientemente empezada, sueña ya con el dios sol en una claridad muy frecuentemente confundida con las luminarias artificiales. Los objetos que sustentan el espacio empiezan a congelarse y a temblar. Todo se resiste a morir. 

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