Jorge Gallego García:"Final y principio"
Hay lugares de la ciudad, (me
refiero a calles, barrios,…,) que nunca se hacen a uno, o dicho de otra manera,
que nunca uno se siente bien en ellos. Ya sabes a qué me refiero. También sucede
con los paisajes, pero menos. Por más que uno se empeñe en recorrer una y otra
vez esos mismos lugares, imposible. Es imposible reconocerse en ellos. Quizás lo
intuiste o percibiste la primera vez que por allí pasaste o llegaste, aunque no
hiciste caso de tu intuición. Intuiste que te ibas a llevar mal con ese barrio,
con su gente, con esos bares. Cierto. Así fue y así sigue siendo. Incluso
sucede, a veces, hasta con la propia casa que uno elige para vivir. La elección
se ve mediatizada por factores diversos que aunque nada tengan que ver con la
zona o el barrio, también influyen para mantenerse distanciado de un lugar que
no es el tuyo, de un sitio que sin saber cómo te lo encuentras y ni fu ni fa,
ni te va ni te viene. Te sientes extraño y es cierto que en ese lugar eres un
extraño.
Qué es lo que nos hace AMAR los
lugares? Qué es lo que nos hace sentirnos bien? ¿Por qué este barrio y no el
otro?¿Por qué esta gente te cae bien y no aquella que, en el fondo, es idéntica?
Pensando muy lejos, uno desea que cuando muera vayas a esos lugares que te
sientes extraño porque en la muerte todo es extraño.¡ Es un decir!
Hay lugares que nunca se olvidan,
como hay olores que siempre se recuerdan, y voces que obnubilan. Algo tiene el
cerebro, algún sitio donde guarda esos recuerdos sutiles que solamente uno, y
no los demás, es consciente de los mismos.La naturaleza, nuestra naturaleza va
más allá de lo que simplemente vemos y oímos. Es como una comunicación interna que
nos obliga a recorrer caminos que otros ni siquiera han previsto (del mismo modo
que los animales retienen en su cerebro aquellos recorridos que representan
aspectos positivos para seguir viviendo)
Hay lugares que ….
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