viernes, 29 de junio de 2018

Fuerteventura


Fuerteventura: nadie explica tu nombre,-excepto Unamuno- sólo insisten en tus años, en tu extensión, en tus pueblos , pequeños y blancos, volcánicos.
Digamos algunos: Tiscamanita extendido en una llanura de aloe vera “barbarensis milens” desde el siglo XVIII;  a la izquierda, Pájara, pueblecito con un casco clásico muy reducido: iglesia con adornos indios, ayuntamiento, lotería que siempre toca, rueda de molino y bar de refresco; siguiendo esa calzada llegamos  a Vega de Río Palma, que nos conduce a Betancuria, pero haciendo  mercado nos metemos a conocer el queso de la cabra majorera, en la finca de Pepe, con ese sabor tradicional de mermeladas, quesos, aloes, ron,…productos típicos canarios: degustamos los quesos y el ron con miel: todo muy bueno; saludamos a las cabras, decimos “hola” a los cabritos y espantamos a los grajos, unos sinvenguenzas; y coche y manta nos presentamos en Betancuria, capital histórica de Canarias, con un bonito casco histórico, iglesia y vistas, y una calle muy animada con tiendas y bares donde refrescarse; Betancuria de Bethencourt?, el conquistador, nos dice la guía, o “los conquistadores”, teme decir, “los castellanos conquistadores” (S.XV); abandonamos el pueblo a mediodía, para ir en busca de los dos aborígenes, escultura de  dos altos y buenos mozos, -se dice que procedían de los bereberes- y subimos al Morro Velosa,-diseño de Manrique- un alto con unas vistas inmejorables: se observa una llanura bastante pelada de hierbas, rodeada por montañas de cráteres con un cierto color ocre, caliza, a  veces a gris. Volcánico, todo es volcánico. En una próxima aldea, Tetir, de donde es la Guía, comemos una comida muy castellana, pero bien cocinada, lo cual es de agradecer. Tetir nos deja carretera  a La Oliva, que, como en toda excursión, pasado el mediodia, la Guia y el conductor se muestran ansiosos por irse a su casa, para ver un edifico –una vez dejadas atrás unas montañas volcánicas –en una parece observarse la figura de D. Miguel de Unamuno; y en la otra llamada Tindaya,que quiso agujerear el escultor vasco Chillida a quien se pagó doscientos millones por hacer el proyecto más otros quinientos para llevarlo a cabo, desaparecidos y no realizado-  por aquí célebre porque en su historia participan los tres estamentos: Iglesia, Cabildo y Militares: la casa de los coroneles, con 365 ventanas por días del año, vacía y llena de habitaciones que en su día tuvieron su función, con la historia de los marqueses que la ocuparon; y ¡como no! No podían faltar las dunas de Corralejo ,”parque natural” , donde uno puede perderse, a partir de las ocho de la tarde, haciendo fotos al colorido de la brillante arena y  a la vegetación que en ella surge. Cerca está el mar, azul, verde, profundo por si te apeteciera darte un baño. Tardes de Fuerteventura con el sonido constante del viento que apacigua a un mar profundo y que silencia  el profundo ruido de los cráteres montañosos.

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