Nos adentramos, nos desviamos para ver esa presa romana, donde dejaron sus huellas los constructores de las mismas, y también ver la hermosa ermita de la Virgen de la Fuente, porque en su interior conserva unos frescos de Goya.
El sol salía reflejando su escasa fuerza en el embalse del río, en su desvio, en su cristalina agua y recordé el trabajo de estos grandes constructores romanos, las acequias diseñadas por los moriscos y el silencio de Goya sobre los andamios pintando en las pechinas de la ermita.
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