sábado, 21 de marzo de 2020

Coronavirus literario

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Miro por la ventana, la misma hora del mismo día, no hay tiempo, nadie en la calle.
Mira por la ventana, la misma hora del mismo día, no hay tiempo, nadie en  la calle.
Iguales.
Abre la ventana, se capta un imperceptible viento contaminado, un virus carbunco, ocupar los espacios, buscar los agujeros donde introducirse, los murmullos donde reposar y hacer reposar para siempre. De pronto, pasa alguien enmascarado, percibe que va rodeado por algún fantasma, un viento que desprende al caminar, un viento que lo rodea, lo persigue hasta encontrar un agujero donde reposar. Está contaminado el día.
Todo es silencio. No se oyen los cantos de los pájaros, algo semejante a haber aterrizado en otro planeta.
Se ha cansado de mirar por la ventana, y ya puede ser otro día, o el mismo, estar en este país o en otro. El mundo que conoce no se parece, ha cambiado la velocidad por el descanso, el murmullo por el silencio, el mundo que conoce desapareció. Es otro tiempo.

 


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