Monasterio cisterciense, a orillas del río piedra, en un paisaje idílico, donde los monjes fueron maestro en el arte del vino y de la endrina. Debido a los diversos abandonos del monasterio -qué daño hizo la desamortización de Mendizabal- parte de él se encuentra en estado ruinoso, y se necesita mucho dinero para recuperarlo. Como muchos monasterios tiene aquellas dependencias necesarias para la vida monástica. Y el lugar es único: merece la pena visitarlo, además hay cafetería. Por cierto la hospedería tiene habitaciones para interesados que quieran alejarse del mundanal ruido.
Tampoco puedes dejar de visitar el PARQUE NATURAL.Desprendía la mañana la niebla y el sol se iba apoderando de la vegetación. Los árboles en hileras dirigían el recorrido. Cerca se oía el agua caer en las diferentes cascadas. Una paz empezaba a recorrer el ambiente. Grupos de turistas, casi siempre los mismos, nos íbamos encontrando en las mismas cascadas. El agua daba brillo al día. Las hojas secas yacían en la verde pradera. Se oían los trinos entre los árboles, mientras el tiempo nos alejaba en busca de nuevas visiones. ¿De dónde surge tanta agua?¡Una maravilla!
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