“Comencé a ser consciente de lo maravilloso que es la voz
cuando la perdí.
Antes de esto era absolutamente incapaz de valorarla.
Ahora me quedo alucinado cuando oigo hablar al mundo,
cuando la gente habla y se pisan los unos a los otros,
cuando uno grita más que el otro para hacerse oír…
Yo no puedo hacer nada de eso.
Antes tenía un chorro de voz. Gritaba, se me oía en todas
partes,
entraba en cualquier sitio y al primero que se le oía era a
mí.
Sin embargo, ahora soy el último.
Tanto es así que en una conversación normal casi no puedo ni
participar.
Habla uno, habla el otro, y para cuando yo quiero coger aire
para poder hablar,
la conversación ha pasado a oto tema. He pasado de ser de
los primeros a,
ya no ser de los últimos, sino a ser el último.
Y es ahí donde me doy cuenta del poder de la voz.
La gente como yo, hasta que habla, está muy enfadada,
cabreada…
en mi caso, intentaba no transmitirlo, pero era imposible.
No fui capaz de que la gente que estaba a mi alrededor me
entendiera.
Fue como estar en una especie de pelea contra el mundo.
Pero el mundo sigue su camino y cada uno va a su bola.
Por tanto, no es que el mundo no te acepte, es que tú has
perdido algo
que no te deja entrar en él
y tienes que comenzar a buscar tu propio camino.
Cuando comencé a emitir sonidos, se me volvió a abrir el
mundo,
volví otra vez a ser PERSONA. Hoy, siento que soy una
persona
que puede transmitir sus ideas, sus conocimientos, sus
pensamientos.
Creo que ya ni siquiera me acuerdo de cómo era mi voz antes.
Sólo tengo vagos recuerdos de mi voz, de mi vozarrón….
Madatacos, en Centrocentro Cibeles
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