De nuevo Cristo en el centro: seis a un lado; y seis, al otro. Fijémonos en ese Cristo que nos mira de frente con el cáliz y el cuerpo de Cristo donde se dibuja la cruz. A su lado, San Juan, el discípulo amado, y como en otros cuadros, medio recostado; y por cada lado de Cristo siempre dos apóstoles siguiendo con devoción la ceremonia, Pedro a la derecha de Cristo.
En esta imagen, observamos como el artista los ha colocado: generalmente en parejas -así fueron a predicar por el mundo-, unos dirigiéndose a otros. Observamos los objetos sobre la mesa: el pan, las copas, el decantador...
Todo inspira paz, seriedad, y buena armonía. Una maravilla.
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