23 DE ABRIL, día del libro
Acabo de releer dos obras que
hace años me parecieron bastante buenas por su narrativa. Hoy, en la madurez, las
he encontrado, bastante regulares. Pero como es el Día del libro te las aconsejo
por si no las has leído, con algunas
observaciones personales. Son: El jinete Polaco de A. Muñoz Molina y El lápiz
del carpintero de Manuel Rivas. Por supuesto nada que ver con los grandes
narradores de literatura, pongamos por caso, en España, Rafael Chirbes.
La primera, El jinete polaco, es voluminosa y a veces hasta resulta pesada por la insistencia en
las mismas situaciones, hechos y lugares. La salva la facilidad narrativa,
ligera, ágil e imaginativa, del autor. Muñoz Molina configura un retrato
familiar en un pueblo andaluz, Mágina, pero recreando en parte el mundo de los
bisabuelos, abuelos y padres, así como
su mundo y abarcando en esa relación diferentes personajes del pueblo a los que
atribuye una intención política: el comandante, el fotógrafo, el médico, y
otros personajes. A su vez nos cuenta de cómo se pasaba la infancia y juventud de aquella época en
los pueblos, tradiciones y costumbres, trabajo, estudio y amores, su vida de
traductor y su relación con una chica del pueblo: Nadia Galaz.
Si eres de pueblo, villa o aldea
este libro te puede interesar, porque es lo que hemos vivido todos. Te pongo
algunos hábitos que eran comunes en toda España y que refleja muy bien Molina:
-El chocolate había que comérselo
muy despacio, bocados chicos y mucho pan, repetía mi madre, no solo para que
durara más, sino porque si uno se lo comía demasiado aprisa podía hacerle daño
en el estómago. En todas las cosas usuales se escondían propiedades maléficas:
el agua demasiado fría del botijo podía matarlo a uno de calenturas, entre el
musgo de los tejados se criaban serpientes venenosas que algunas veces caían a
la calle y a las que sólo podía movilizar y volver inofensivas el quinto hijo
de una descendencia de varones, si uno era capaz de contar todas las estrellas
en una noche de verano lo mataba Dios, si no se apagaba el brasero antes de
irse a dormir la candela soltaba un humo que envenenaba a la gente dormida.(pág.173)……………..al
que comía hierba se le hinchaba el vientre y se caía muerto en mitad de la
calle (Pág.174)
-….pero el peligro parecía la
condición más habitual del mundo, no acercarse a los gatos para que no
arañaran, ni a los cascos de los caballos y los mulos, porque podían aplastarle
a uno la cabeza, no ponerse bajo los aleros en los días de viento, porque una
teja podía matarlo a uno…., no beber el agua donde hubieran escupido las
salamanquesas, no descansar a la sombra en invierno para que no le diera a uno
una pulmonía, no exponerse a los pasos del aire, que le dejaban a uno idiota y
con la boca torcida y los ojos vueltos, no aceptar los caramelos de los
desconocidos, que podían ser tísicos…., no respirar el aire inundado de gas, no
tocar los enchufes, no mirar demasiado tiempo hacia ese aparato…(pág.176)
-El halago de los malos amigos,
que sólo contarían con uno mientras tuviera cinco duros en el bolsillo, el
resplandor turbio de los bares, , la atracción de las mujeres que practicaban
en los hombres incautos un vampirismo que los enloquecía y los acababa
consumiendo,…, la blandura que traía consigo la pereza y la comida no ganada
duramente….(pág.198)
-Todo era inverosímil: las
familias en cuyos cortijos trabajaba mi abuelo en su juventud ahora estaban en
la ruina, y sus palacios eran derribados para construir bloques de pisos. Los
hijos desobedecían a los padres y abandonaban el campo para trabajar en la
construcción, en los talleres de coches o carpintería metálica; las mujeres
fumaban en público y llevaban pantalones, los hombres se dejaban el pelo largo
y parecían mujeres, a los cantantes no se les entendía, se estaba volviendo
habitual el escándalo…..
Pero todo en el fondo era falso:
la carne de los pollos gigantes sabía a paja, los huevos de las gallinas
condenadas al insomnio en las granjas modernas tenían las yemas pálidas y no
alimentaban, la leche de botella debilitaba a los niños, el butano era más
venenoso que el humo de un brasero mal apagado y podía estallar como una bomba derrumbando casas enteras, la
luz de los televisores podía dejarlos ciego a uno, los cantantes de la
televisión en realidad no cantaban, sólo movían los labios y agitaban las
caderas, la mitad de ls noticias que daban en los telediarios eran mentiras,
los americanos no habían llegado a la luna..(pág.245)
-Creía con inquebrantable
candidez en esas cosas:que el saber no ocupaba lugar, que el mundo era un
pañuelo, que preguntando se llegaba a Roma, que la mejor lotería era el trabajo
y la economía.(pág. 250)
La segunda, con un estilo más
conciso y breve, y menos voluminosa, nos sitúa en plena guerra civil sobre un
personaje llamativo, por sus ideas “avanzadas” y su actividad voluntariosa a
favor de los demás : el doctor Da Barca, cuyo paso por la cárcel fue una
verdadera y cruel aventura y el grupo de personajes que le rodea: Antonio
Vidal, el carpintero, Marisa Mallo, la novia del doctor, el guardia Herbal, el
sargento Landesa, etc.El periodista Calos Sousa va a investigar la vida de este
doctor, una vez pasada la guerra, y nos introduce en una historia pasada y a la
vez presente de aquellos personajes. Algunas frases de la obra:
-“las fronteras de verdad son aquellas que
mantienen a los hombres apartados del pastel”
-“..el humano no es fruto de la
perfección, sino de una enfermedad”
-Que en el mundo no había nadie
suficientemente bueno como para mandar sobre otro sin su consentimiento. Que la
unión entre hombre y mujer tenía que ser libre, sin más anillo ni argolla que
el amor y la responsabilidad.
-La peor enfermedad que podemos
contraer es la de la suspensión de las conciencias.
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