Dentro de Doñana, este Palacio. Doñana y unos pinos. Dicen que algún lince. También este Palacio que te aleja de vecinos, en un lugar estratégico, humanizado y unos charcos donde pasea, solitario, el amor de los jilgueros. Un palacio de tantos. Buen sitio para que los alumnos de Bachillerato, con los que coincidimos, se expandan. Hasta alguien con añoranza escribió el poema de Cavafis sobre las tablas que nos acercan al lago. Pero muchos pasan y no se enteran. Un garabato más. Así es la vida y luego comentan que allí estuvieron.
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