lunes, 2 de julio de 2018

Corralejo

Había recorrido las dunas de Corralejo en coche, sin meterme en el pueblo, pero decidí -haciendo un gran sacrifico- volver a conocer el pueblo, del que todo el mundo me seguía hablando. Opté acercarme en transporte público que por cierto funciona muy bien en Canarias. En la estación del Puerto del Rosario tuve que esperar un rato porque el autobús salía en punto y yo había llegado veinte minutos antes, también el autobús. El conductor se unió en charleta con otros dos compañeros y sin querer escuché sus comentarios nada buenos contra el Presidente del Gobierno, al que llamaban "El Ocupa" , por haber traído el barco de inmigrantes, tema que afecta mucho en Canarias. El hombre en punto salió y después de diversas paradas nos acercó a la hora convenida en Corralejo.A mí me indicó la parada en la que tenía que bajar, que no es otra que la que comunica con la calle principal, llena de tiendas de grandes marcas. Yo me dije: "tienen razón, Corralejo es el pueblo más moderno, de mayor consumo". Recorrí la calle, unos ochocientos metros, y me introduje en el casco antiguo, un poco al estilo colonial e invadido ya al turismo. E incluso, el puerto se ha arreglado adecuando una serie de calas para bañarse y chiringuitos con terrazas donde los alemanes pueden tostarse y ponerse de alcohol barato hasta las cejas. Desde el puerto se observa la isla vecina: Lanzarote y la Isla de Lobos, aunque sigo pensando que lo más atractivo de Corralejo son sus montañas y dunas.

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