domingo, 10 de diciembre de 2023

Francisco de Quevedo

Iglesia de San Andrés, donde se encuentra una de sus tumbas en Villanueva de los Infantes
Tumba
Iglesia de Santo domingo

Celda de Quevedo,en Villanueva de los Infantes.

Quevedo, tras la obtención en 1620 del señorío de la villa de Torre de Juan Abad que adquirió al heredar unas deudas contraídas por dicha villa, pasó largas temporadas en dicha Torre, con esporádicas visitas a Villanueva de los Infantes. Fruto de estas estancias son los poemas:

Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.

Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años vengadora,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la imprenta.

En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.

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 Torres de Xoray (Villamanrique, Ciudad Real)

 

Son las torres de Joray

calavera de unos muros

en el esqueleto informe

de un ya castillo difunto. [...]

Las dentelladas del año,

grande comedor de mundos,

almorzaron sus almenas

y cenaron sus trabucos. [catapultas]

Donde admiró su homenaje,

hoy amenaza su bulto:

fue fábrica y es cadáver;

tuvo alcaides, tiene buhos. [...]

Guadalén, que los juanetes

del pie del escollo duro

sabe los puntos que calzan,

dobla por él, importuno.

Este cimenterio verde,

este monumento bruto

me señalaron por cárcel:

yo lo tomé por estudio.

Aquí, en catreda de muertos,

atento le oí discursos

del bachiller Desengaño

contra sofísticos gustos. [...]

con tono clamoreado

que la ausencia me compuso,

lloré los versos siguientes,

más renegados que cultos:

 

“Las glorias deste mundo

llaman con luz para pagar con humo”

“Tú que te das a entender

la eternidad que imaginas,

aprende de estas ruinas,

si no a vivir, a caer. [...]

“Este mundo engañabobos,

engaitador de sentidos,

en muy corderos validos

anda disfrazando lobos. [..

Entre marzo y septiembre de 1645, con 65 años, Quevedo pasó sus últimos meses de vida en el convento de Santo Domingo de Villanueva de los Infantes, enfermo de disentería. Los "sangrados" lo dejan en el chasis, y las deudas, y el abandono de la sociedad inciden en su salud de forma que el 8 de septiembre de 1645 halló la muerte.
"Hay muchas cosas que pareciendo que existen  y tienen que ser, ya no son nada, sino un vocablo  y una figura"(Carta de 13 de agosto de 1645)

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