en una cola de niños hambrienta con la humedad dispersa
mientras la máquina de mercurio trajina :
hierve el aceite fruto de la recompensa
Se llena la tarde, todas las tardes, de filos de bocas como cuchillos
en incesantes murmullos acorralan sus frutos
en incesantes murmullos acorralan sus frutos
el alimento grasoso se diluye en un breve recorrido, y nada más.
una interrupción pasajera de la calle
confluye con el amarillo de la noche,
después de tantos años, aquel tiempo joven
esfumó la carne de la belleza amarilla,
el señor y la señora repartiendo el tentempié del olvido.
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