martes, 29 de marzo de 2022
Retama
Ahora, cada semana, el campo – no el cemento, ni la playa- se transforma en un paisaje irreconocible. La estadía temporal desentumece las profundas raíces del invierno, y la tierra, como un corazón, late poderosa, se recarga de humedad y el sol incipiente la obliga a salir adelante. La retama es la primera, florece blanca, como si fuera la nieve perenne del invierno. El primero, el blanco; de noche, el color negro; y los grises al atardecer, todos dan sentido al resurgir de la vida, al trinar de los pájaros enamorados. Surge un latir general, inconsciente, en una especie de remanso suavemente alborotado, donde cada planta se afana por ocupar un lugar, un sitio, donde germinar y dar fruto. Es la naturaleza sin poder, única de este globo verde, que en una especie de reencarnación transforma al niño en joven; y al mayor en anciano. Una vez más. Y a pesar de que muchos hablan de cambios, en el fondo nada cambia porque los pájaros siguen cantando, los jóvenes se siguen enamorando, y los mayores, como ha pasado toda la vida, hacen la guerra. ¿Cambiaremos alguna vez?
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