No quieras tú saber, que no te es dado,
qué fin los dioses, Leuconoe hermosa,
nos darán a los dos; sin tal cuidado
vivir este momento es sabia cosa.
No sabes si será tu último invierno
el que ves. No consultes adivinos,
y ya que nada puede ser eterno
óyeme: sé prudente, gusta vinos,
aprovecha el instante presuroso;
breve es la vida, la esperanza vana:
el tiempo huye entre tanto envidioso,
hoy goza y nada esperes de mañana. (Horacio; traducción de Alejandro Aráoz Fraser)
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