jueves, 9 de agosto de 2018

Autorretrato



AUTORRETRATO SIN MÍ
 Demasiada luz a esta hora de la mañana. Escribo cegado por los cristales del sol, potente, brillante. He acabado de leer Autorretrato sin mí de Fernando Aramburu. Nada nuevo, poesía en forma de prosa, para contarnos su vida. En el fondo, qué es un libro? A qué se reduce una vida? A contársela a otros!
Estamos en verano, muy propenso para añoranzas, momento para la reflexión, tiempo de descanso y de conexión con el pasado de uno mismo. Elegí bien o mal, caminé adecuadamente? “Nadie puede guardar memoria ni acaso arrepentirse de lo que no le sucedió./Infinito es el número de las bifurcaciones, pero a la postre el trayecto es sólo uno”(Invivencias)  Pero uno siempre vuelve a lo mismo, es como la liebre que regresa al punto de origen. Punto que nadie eligió, “ni te elegí, ni me elegiste, y lo mismo que determiné dejarte, aceptaste tú que te dejara”(Donosita), aunque siempre vuelve a pesar de los huecos de la memoria.
El libro es un recordatorio de lo personal e íntimo que en la inmensa mayoría de los casos no interesa más que a uno mismo. Pero bueno también uno tiene derecho a ganarse la vida, o sino haberlo hecho tú, haberlo escrito tú, “patria y más patrias”. Lo leíste en el periódico, sí; lo viste en la realidad, sí; pero no lo escribiste. Solo que los chupatintas que escriben cada día hablando de libros meten puyas inmisericordes de publicidad constante sobre obras que no lo son ni quedarán para el futuro . Alabo al creador, pero me asusta el crítico por su pobre espíritu de no distinguir la pureza del arte y la belleza de la obra que es aquella que a la vez que “dice”, se estructura y se expresa con estilo único, personal e inconfundible.
Ha vuelto el sol a lanzar una llamarada. El ordenador ha producido un ruido incomprensible que me ha cegado la inteligencia más de lo normal. No puedo seguir. Hasta la próxima.





FOTOS
Hay imágenes periodísticas, fotografías de verano, que es mejor no verlas. Uno pensaría que son sucios desnudos aunque estén vestidos. No todo desnudo es bello. El artístico, sí, por regla general. Pero fíjate, pongamos por caso la publicidad, en el desnudo de las enormes piernas, sin forma, casi esqueléticas, de esas mujeres de anuncios. No tienen medida proporcionada que las haga atractivas: y, como mujeres, carecen de pechos, de culo, de caderas, son un palo desproporcionado.
Pero yo no me refería a estas imágenes publicitarias, ni siquiera a esas de las redes sociales  de jóvenes enseñando la lengua, haciendo la victoria, mostrando su trasero o sus pectorales, no, me refería a las fotos de gentes de poder, endiosadas, que, escondidas, y sorprendidas por los periodistas, se muestran juntos/as en un jardín de un restaurante, casi privado, muy certeramente elegido, apartado, silencioso, cuando de pronto son descubiertos sin que lo esperasen: sus cuerpos, sus caras, sus actitudes…parecen desnudas, agostadas en años, casi sujetándose, como diciendo: “nos necesitamos”,” tenemos sorpresas que nos quieren descubrir, pongamos por caso “fondos reservados”, tenemos misterios que no podemos confesar, pero nos han visto como si fuéramos una pareja escondiendo su amor y borrachos del baile y de la comida, estuviéramos listos para el goce”.¿Con esos cuerpo?¡Dios mío, agárrame, no sé si llegaré a casa! Son cuerpos desnudos…. , agotados por la ambición y el poder, por el poderoso caballero de Quevedo.¡Que amistades!


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