jueves, 29 de enero de 2015

La buena letra



LA BUENA LETRA(1992)
Ana, la narradora, cuenta a sus hijos la historia de la novela: “las pequeñas miserias familiares, el final de la guerra y la derrota, el esfuerzo por mantener la dignidad en los tiempos sombríos del franquismo.
Un pueblo: Bovra; una historia familiar: Ana y Tomás Císcar; la tía Gloria, el tío Antonio e Isabel, la de la buena letra, los abuelos,...Esta novela es una añoranza al pasado -la historia de los derrotados en la guerra- y un contemplar el presente -la farsa para sobrevivir en épocas de escasez-
Lo mejor es como la narradora, Ana, va mostrando el cambio que se produce en ella ante las diversas circunstancias, no sólo en la época de la guerra, también en la posguerra, y sobre todo, en el ámbito familiar que es quien a toda costa transforma el carácter de Ana que se ve superada por la hipocresía del tío Antonio y la artista Isabel, que crean un mundo para el cual ella no está preparada -el de la buena letra-, y por el silencio de su marido, del cual se va encontrando cada vez más alejada.
Excelente obra, de una gran sencillez, en capítulos muy breves, pero precisa y sumamente interesante.

Algunas reflexiones:
-..no es misión del tiempo corregir injusticias, sino más bien hacerlas más profundas(nota a edic.del 2000)
-...teníamos el bálsamo de la juventud, que era un aceite que todo lo engrasaba, que amortiguaba los gritos de dentro y, con frecuencia, los deformaba y los volvía risas.
-...y me pregunto de qué me valió la honradez, la entrega, el querer que las cosas fueran como creíamos que tenían que ser.(pág.87)
-Yo me decía que ahora no nos faltaba de nada, pero ya había aprendido a desconfiar de la felicidad, que siempre se nos acaba escapando, y pensaba con frecuencia en qué iba a ser lo que viniera a romper el equilibrio de nuestras vidas..”(pág.91)

-Aquella agua que caía y que resbalaba en los vidrios de la ventana éramos nosotros mismos, nuestras ilusiones cayendo sobre la tierra y convirtiéndose en un barro del que nunca íbamos a limpiarnos. Ya no nos quedaba juventud.(pág.115)

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