He tenido un paseo: Un tren, unas vías de tren cargadas de ganado humano…
Oswiecim-Auschwitz. ¡Ay, cuánto olor, cuánto residuo, cuánto
zotal…!
Campo inmenso. Más que un
pueblo-eliminaron del mapa a cinco pueblos-, más que una ciudad, ciudades de
barracones con olor a muerte.
Sobre ellos, sobre el
sufrimiento, a la entada los trigos, casi floridos, los verdes árboles, la apestosa tierra húmeda. Nadie escapa, nadie puede escapar.
De pronto, -todavía no he
comenzado el recorrido- los veo esqueléticos, muertos hacinados en montones.
Un cartel: “El trabajo os hará
libres”. Grises muros de ladrillo viejo. Llueve, no es para menos. Aquí siempre
llueve. Llueve desde el cielo raticida, desde los huecos del barracón matadero
cae raticida. Literas. Habitación del asesino. ¿Hay alguien que lo aguante?
Desde las letrinas –en otro barracón- sin agua, llueve fango. Dicen que los que
trabajaron sacando la mierda, tenían uno de los mejores trabajos. ¿Cómo serían
los otros trabajos?
Un barracón, otro barracón de
ladrillo rojo, otro, otro,…calles de barracones y faltan los que destruyeron
porque los supervivientes, al acabar la guerra, necesitaron usar sus maderas para calentarse,
destruir las vergüenzas.
Ahora toca un barracón lleno,
todavía lleno, lleno de zapatos, de cepillos de dientes, de ropa, de
pantalones, de brochas de caballero, de maletas, cestas, peines, de utensilios
de señora, niña, de objetos para alimentos…Ahora toca enfrentarse a la
realidad: multitudes de utensilios,
vestimentas, objetos…¿Cuántos?
Sigue oliendo a raticida. Hay
raticida en las veredas, salidas y entradas de barracones, alambradas para que
nadie se escape. Fuera de esta enorme prisión, alejada del horror, entre
árboles: la casa del asesino.
Mil, dos mil, tres mil…siete mil
diarios pasan por los hornos. ¿Te los imaginas? Imagínate que eres tú, te ha
tocado, ¿cómo te introduces por el agujero: metes primero una pierna, las dos o
la cabeza..? ¿Quién estuvo allí empujándolos?
Por fuera algunas garitas. Al
otro lado, la torre, la más elevada. Se divisan todas las hectáreas donde
están, y estuvieron los que faltan, todos los barracones. También desde arriba
se percibe el olor a raticida, a orines, a mierdas, a muerte.
Siento decirte, que he tenido un
mal sueño y peor camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario