En el extremo del Duero: Extremadura
Una planicie verde, todavía no primavera, se extiende: es una llanura de pequeñas piedras y verde incipiente donde los rebaños transitan sin parar de un lado al otro de la dehesa. Se trata de la Torta del Casar y del queso artesano, puro de oveja. Parece acercarse la primavera cuando, en medio todavía de la llanura, un chorro de agua se expande por el arroyo, y a lo lejos se divisan unas Torres almenaras en lo alto , como de una montaña, de una zona rocosa, que se ha ido extendiendo lentamente por la bajada del valle unas urbanizaciones que adornan el ambiente medieval de la ciudad antigua. De pronto, llegan varios grupos para el recorrido -cuando empieza a anochecer- que, siempre es el mismo, de la ciudad amurallada, sus torres desmochadas, la entrada y los fueros que otorgó Isabel la Católica, gran amante de Cáceres, y al lado el palacio de Moctezuma, la hija, aquella que el el gran Moctezuma, siendo niña, quería entregar como esposa al personaje más culto y épico de la conquista de México, Hernán Cortés; la conquista de un continente por extremeños. Amigos, Cáceres tiene cultura y vida.
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