martes, 19 de abril de 2022

Carlos Bunga


 Hay unos elementos que se pueden tener en cuenta en el arte: el tiempo, las personas que posiblemente asistan a ver la exposición, y el  lugar; es decir el ESPACIO que en este caso es esencial. En pocos sitios el creador se siente tan condicionado como en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid. Hay un espacio, unas dimensiones y una luminosidad que condicionan la Obra. Observo que es difícil la  representación. Sin embargo, los críticos enseguida dictaminan: vamos a ver los orígenes de este artista que algo nos dirán sobre su obra; en qué momento se crea que  nos  ayudará a calificarla, etc. Todo parece pura pantomima para elaborar un "panfleto" que procure dar sentido a lo que ves. Columnas de cartón pintadas en parte con yeso, un edificio ruinoso dentro de otro edificio; una performance, y se quedan tan campantes. Esta es la crítica que existe: performance en un espacio performativo -por favor leed un poco al lingüista Austin. Para reflejar destrucción, no hace falta tanto enfoque lingüístico. Por eso, la gente, la interacción con el público no se produce -porque lo que ve es más simple que lo que dicen las informaciones de internet- ya que lo mismo que entra, sale. Otro tema, sería la representación de una destruccción interior, no de aquella que no quiere observar la ruina de la guerra y del ser humano.    

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