He salido a la calle y he notado que no está la tarde para
fiestas. La nieve, como si fuera viento y el viento nieve, recorre el espacio invisible, como invisibles son los tentáculos
del poder.
Apenas los gorriones, humildes,
entre las adelfas, vuelan de rama en rama. Los nidos, inacabados, permanecen solitarios en el Retiro.¿Quién es su dueño? Y Carmena
ha dicho que cierra las verjas, porque se nos cae encima el mundo. No me extraña que se
apunte a otro poder, si no quiere morir tan pronto. Como dicen en los pueblos,
con más razón que un santo, no se lo va a llevar -ya lleva años trabajando- al otro mundo.
En el horizonte, entre los nidos de palos, ya sean de paloma o de todos aquellos córvidos que hacen sus nidos con palos, se
asoman las oscuras nubes que pretenden anunciar la primavera descargando su
lluvia y nieve en la sequedad. Este año es lo que toca: sequía y caminar por el
desierto como el pueblo elegido, según nos dijeron los testigos, entre los
cuales se encuentran los maravillosos libros sagrados.
Construir una casa no es nada fácil.
Y sobre todo si eres un pájaro (¡exceptuase los pájaros humanos!) que luchas a
cuerpo partido con la naturaleza. Me gustaría ver a los animalistas –a todos
esos que dieron el pésame al ganado vacuno y ovino cuando los llevaban al matadero
para que murieran felices,besándolos en sus hocicos asquerosos.- ayudar a estas pobres criaturas que son los volátiles
pájaros a recomponer en lo alto del pino su nido. ¿No os da lástima del trabajo
que tienen estos vívidos pajaritos? ¡Qué animalistas más injustos! A mí, por
ejemplo, me cae mejor un pájaro que un cerdo y me merece mayor ayuda: es más
limpio y tienen un cerebro tan chiquitín, que dudo de esa teoría que dice que
nos hicimos inteligentes a medida que nos fue creciendo el cerebro, que uno no
acaba de comprender como tiene tanta inteligencia. Solo siento que esta noche
cuando lleguen los vientos a no sé cuántos
kilómetros por hora según Carmena –por eso está cerrado El Retiro- no me los lleve lejos como
si fueran papel de envolver un cigarrillo. Espero que al amanecer su cántico
nos ilumine como la luz del sol, con esa alegría de libertad, volando y posándose,
volando y posándose,…picando en los brotes de los rosales de La Rosaleda. Un nuevo día.
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