viernes, 22 de febrero de 2019

dioses

¡Aunque el hombre es pequeño, qué grande es el hombre! Sólo se sabe cuando se pasea entre esos bellos y hermosos edificios de la Ciudad de las Artes en Valencia. Si uno mira hacia sí, observa la pequeñez. Es lo mismo que cuando se escudriña el cielo inundado de estrellas diminutas,ante esa inmensidad que es el espacio.
Estos peces de colores nocturnos en la inmensidad de la noche, en el vapor de la noche que todo lo transforma para ver figuras idílicas que nunca han existido. El mundo, dice uno, se ha vuelto al revés. La pequeñez humana se convierte en una creación divina, no de aquellos dioses griegos y romanos,que jugaban a ser humanos, sino de unos dioses sabios, matemáticos, perfectos dentro de una posible imperfección.

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