lunes, 2 de marzo de 2015

CARLOS IGLESIAS FAURA y CÉSAR ORRICO


Yo digo: respiran. Las aristas vivas, el óxido, las curvas trazadas entablan una relación con el aire. Éste entra, circula, llena el vacío cercado por el hierro, se apoya en él, obliga al vigoroso metal a hablar de sí mismo con cierta levedad. Quizás no haya impostación tal como reflexionar a propósito de un valor absoluto, del espacio, mediante una muestra de él acotada y ordenada arbitrariamente. Y sin embargo yo digo: éstas son unas geometrías orgánicas, contienen esas batallas de fuerzas contrapuestas que alientan el devenir, reflejan los oxímorons y contradicciones que generan la verdadera armonía. Contienen a Heráclito. La vida. Son estructuras estáticas capaces de mentir, de que persigamos con la vista líneas que, al mismo tiempo, podrían encontrarse y cerrarse, o perderse en el infinito, de insinuar un movimiento que no llegará. Yo digo: sus esculturas saben lo que han de contar porque respiran.
                                                                    Alejandro Narden, 2014





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