sábado, 3 de marzo de 2012

EL ÚLTIMO MOMENTO

Yayoi Kusama




EL ÚLTIMO MOMENTO

Llegado el momento cumbre, uno recuerda algunas palabras, que son expresiones sueltas, parecen inconexas, pero reflejan un texto, un mundo lleno, vivido.
Es un instante, -un abrir y cerrar los ojos- de fragmentos múltiples, nunca uniformes, de períodos que fueron. El instante, la mayoría de las veces, es volver atrás, -el niño que sería yo…, dice el poema- para vivir y recordar caminos y vidas, tal vez medio recorridos, medio vividos,..De nuevo, transitar con la memoria los espacios de lugares que habitan en uno, envueltos en grises melancólicos, desdibujados, cortados, interrumpidos, diseñados, trazados…y vuelta a empezar: el camino aquel, la casa de siempre, los malditos seres y fantasmas que nos rodean, el trabajo, siempre el sudor del trabajo, y ahora comes, luego cenas, te acuestas, te levantas, un nuevo día que es el mismo día, la alameda, el humo, el farol que apenas luce, lo que cuesta subir la escalera, el trabajo, siempre el sudor del trabajo y los malditos seres y fantasmas que nos rodean..
Llegado el momento final se agolpan las ideas extrañas, inconexas, formando parte de una vida pasada, plena, que resucita por momentos. Es un instante, -te oigo , pero no te escucho, te respondo pero no me oyes, oigo voces aunque yo a lo mío- de fragmentos múltiples, nunca iguales, de situaciones que fueron cercanas en el tiempo, -porque el tiempo medio, las distancias medias se han diluido como azucarillo en el agua-, me han traído a los nietos, ¡qué lindos!, los miro desde otra altura, porque el nieto se ha hecho hombre, pero ya llegó el médico: es la hora: o la comida o las pastillas, comer, ¿para qué? Estoy bien, viajo en un mundo mental, con los ojos cerrados o casi cerrados, es mi mente quien viaja y obliga, sin yo quererlo, a abrir mis ojos, a responder a mi boca,-qué malditos, la gracia que me hace-como si no conocierais la vida que llevo, postrado, vegetando, sumido en ese mundo blanco de hospital, blanco, blanco,… sin llegar a ser nieve. Y de pronto, mezclo el pasado con el presente, el niño con el adulto, en una historia fantasmal que llegaréis a comprender.

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