lunes, 8 de noviembre de 2010

EL ALCALDE DE ZALAMEA



La versión y dirección de "El alcalde de Zalamea" de Calderón de la Barca que realiza Eduardo Vasco destaca en estos aspectos:

1.-El marco o espacio: simple, casi vacío, lineal para mostrar las sombras y las luces, el día y la noche. Los personajes que no intervienen también acomodados en ese espacio. Las paredes negras, en medio un muro de color que sube y baja que sirve para separar espacios. Está bien.

2.-El teatro como espectáculo: jugó con los personajes secundarios –Chispa, Rebolledo,..-para amenizar la obra: No hace falta saber bailar, ni siquiera cantar, pero resultó ameno, sobre todo si te suena la letra:



Yo soy titiri, titiri, tina
flor de la jacarandina.
Yo soy titiri, titiri, taina
flor de la jararandaina. "
......................


"Las flores del romero,
niña Isabel,
hoy son flores azules
y mañana serán miel. "

3.-El fondo de la obra: En líneas generales Vasco respeto lo importante de Calderon, pero sobre todo me gustó Pedro Crespo (Joaquín Notario). Vasco realza lo popular, el pueblo siempre atropellado. La sabiduría de Pedro Crespo, sarcástica, irónica, no pudo ser invadida por la burguesía, D. Lope de Figueroa con su ejército, el capitán D. Álvaro de Atayde, un capitán descafeinado, frente a un alcalde respetuoso y sabio. Destacamos –se produjo un silencio sepulcral-los versos de amenazas veladas entre el poderío y la vanidad burguesa de D. Lope y el seguimiento, el tesón y la fortaleza de sus argumentos del alcalde, cuando dicen:


-“¿Sabéis, vive Dios, que es capitán?, -Sí, ¡vive Dios!, y aunque fuera él general...” ¡Una maravilla!

4.-La dicción de los monólogos:
El de D. Álvaro (Ernesto Arias) , irregular en algunos momentos, pero de acuerdo a la visión de Vasco con el personaje, lo más destacable son los versos en la Segunda Jornada:
En un día el sol alumbra
y falta; en un día se trueca
un reino todo; en un día
es edificio una peña;
en un día una batalla
pérdida y victoria ostenta;
en un día tiene el mar
tranquilidad y tormenta;
en un día nace un hombre
y muere: luego pudiera
en un día ver mi amor
sombra y luz, como planeta
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D. Pedro bien, es el mejor, a su manera:
“Yo, señor, respondo siempre/ en el tono y en la letra,/ que me hablan. (..)”
Fenomenal en los consejos que da al hijo:
“Pues escucha antes de hablarme:/ dos cosas no has de hacer nunca,/ no ofrecer lo que no sabes/ que has de cumplir, ni jugar/ más que lo que está delante (..)”
“Escucha lo que te digo./ Por la gracia de Dios, Juan,/eres de linaje limpio,/más que el sol, pero villano./ Lo uno y otro te digo; / aquello, porque no humilles/tanto tu orgullo y tu brío,/ que dejes, desconfiado, de aspirar con cuerdo arbitrio/ a ser más; lo otro, porque/ no vengas desvanecido/ a ser menos (..)” “Sé cortés sobre manera;/ sé liberal y partido /(..)” “No hables mal de las mujeres;/ la más humilde, te digo,/ que es digna de estimación;/ porque al fin de ellas nacimos..”
Y finalmente el monólogo de la hija, Isabel (Eva Rufo), el más irregular, al ser varios, falla en la dicción: “Nunca amanezca a mis ojos/ la luz hermosa del día/ porque a su sombra no tenga/ vergüenza yo de mi misma”. Ella es la que cuenta todo el ultraje –ya que en la obra no sucede, sólo se cuenta- que mezcla con sus sentimientos: “¡Mal haya el hombre, mal haya/ el hombre, que solicita/ por fuerza ganar un alma!/ Pues no advierte, pues no mira,/ que las victorias de amor/ no hay trofeo en que consistan,/ sino en granjear el cariño/ de la hermosura que estiman;/ porque querer sin el alma/ una hermosura ofendida,/ es querer a una mujer/ hermosa, pero no viva.”

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