A veces la vida nos juega malas pasadas: "una mujer conduce durante horas en plena noche..", dice la portada, hasta que llega a un lugar ignorado, en una huida de su vida anterior, tras el fallecimiento de su hermana, por caminos, fuera de la carretera, que no conoce, sin móvil y ya sin gasolina en el coche. Ve una puerta en el campo libre que va a ser su perdición. Ella busca auxilio. Salen a recibirla unas mujeres que le ofrecen ayuda, pero que nunca se la darán. El ambiente de los diálogos -lo mejor que tiene esta novela- es muy raro. Son diálogos de sordos: ella necesita gasolina o llamar por teléfono, y las otras la quieren adaptar a su mundo, un mundo de costumbres y ritos muy particulares, donde la naturaleza y el campo se convierten en la vivencia diaria. Si ha llegado allí, Coro, pintora, es por algo, según las mujeres. Todas la invitan a participar en sus hábitos en medio de una naturaleza invadida de perros y animales : lagartijas, saltamontes, pájaros,..naturaleza pura. Para colmo la casa pertenece a otro personaje que no son las mujeres que allí viven. Pero se trata de seguir esa vida a la cual Coro se va acostumbrando hasta participar en ese mundo que al final reconoce como suyo. Aquello que ella dibujaba no es otra cosa que la realidad que observa, una naturaleza llena de misterio, donde lo real ya no es la pintura sino lo que vive. Estos últimos capítulos le dan sentido al libro. En líneas generales, se describe un mundo casi del absurdo, produciendo una cierta ansiedad en el lector, en algunos momentos se muestra algo pesado.
Si la historia da pie a reflexiones distintas, no así el estilo. Y por el estilo se reconoce a un autor. Es la primera novela que leo de esta joven. Hay elementos que me extrañan: el sistema de puntuación donde predominan las oraciones de infinitivo o de gerundio que sería más adecuado usar la coma, ya que dependen de un verbo principal; el estilo nominal muy usado, quizás se abusa de él . Me parece que todavía la autora no ha conseguido su auténtica voz.
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