Lo que sí es cierto: el dibujo engancha sobremanera de forma que transcurre el tiempo sin sentir y que nunca la obra sacia al artista, por lo cual se siente obligado a comenzar otra obra con la finalidad de conseguir lo que se había pretendido en la anterior. Y no digamos nada de buscar un estilo pictórico que es lo más importante, lo que da fe de que existe un artista. La inmensa mayoría repite lo que ya existe y por tanto dicho arte pasa desapercibido. Nos quedamos con el consuelo de poder practicar, aunque no estemos en la redes sociales.
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