Llegó y me mató.
Nos habíamos visto dos veces.
La primera, en un invierno. Los dos íbamos bastante
abrigados. Nos miramos un rato. No sé qué nos dijimos, pero pensé: “Este hombre
es un asesino”.”Es un asesino del amor, de la amistad, de la tertulia,..” “No
tiene nada bueno”
Luego, me informé que pertenecía a mi familia.
Otra vez, cuando me casé. Resultó que mi mujer, que nada me
había dicho, había sido su novia durante cinco años. Ella fue quien me confesó
su historia criminal. Entonces el cuerpo me dio un vuelco y odié todo mi
interior.
Decidí a partir de ese momento luchar contra corriente: lo
comunicaría a la policía. Se lo dije a mi mujer. Esta me quedó paralizado
cuando me contó que la policía ya lo sabía, que llevaba mucho tiempo buscándolo
infructuosamente porque siempre detenían
preso a su último novio pensando que era el asesino.
Entonces, desconcertado como estaba, ella misma, sin mediar
palabra llegó y me mató.