viernes, 10 de mayo de 2013

JAVIER MARÍAS


 LOS ENAMORAMIENTOS
(Comentario: un Javier Marías repetitivo -con respecto a sus libros anteriores- agotado, cansado. Así es esta novela. Ni siquiera la trama  -¡cuántos crímenes sin juzgar y cuántas cobardías- se manifiesta lúcida. Y las reflexiones -que escribo a continuación- ya aparecen en otras novelas. En conclusión, decepcionante.)  

-Que lo que ha pasado debe dolernos menos que lo que está pasando, o que las cosas son más llevaderas cuando han terminado, por horribles que hayan sido. (I)

-Nada más se nos quita si se nos quita de en medio. Nada más se nos acaba si uno ya se ha acabado.

-Es la horrible fuerza del presente, que aplasta más el pasado cuanto más lo distancia, y además lo falsea sin que el pasado pueda abrir la boca, protestar ni contradecirlo ni refutarle nada.

                                                     II

-Lo que dura se estropea y acaba pudriéndose, nos aburre, se vuelve contra nosotros, nos satura, nos cansa. Cuántas personas que nos parecían vitales se nos quedan en el camino, cuántas se nos agotan y con cuántas se nos diluye el  trato sin que haya aparente motivo ni desde luego uno de peso.

-Nunca nos parece el momento justo, siempre pensamos que lo que nos gusta o alegra, lo que nos alivia o ayuda, lo que nos empuja a través de los días, podía haber durado un poco más, un año, unos meses, unas semanas, unas cuantas horas, nos parece que siempre es temprano para que se les ponga fin a las cosas o a las personas, nunca vemos el momento oportuno, aquel en el que nosotros mismos diríamos: “ya. Ya está bien”

-Nos trae sin cuidado rebajarnos ante nosotros mismos, al fin y al cabo nadie nos va a juzgar ni hay testigos. Cuando nos atrapa la tela de araña fantaseamos sin límites y a la vez nos conformamos con cualquier migaja, con oírlo a él, con olerlo, con vislumbrarlo, con presentirlo, con que aún esté en nuestro horizonte y no haya desaparecido del todo, con que aún no se vea a lo lejos la polvareda de sus pies que van huyendo.

-Cuando uno desea algo largo tiempo, resulta muy difícil dejar de desearlo, quiero decir admitir  o darse cuenta de que ya no lo desea o de que prefiere otra cosa.

-“Nada ha cambiado, sigo aquí y sigo queriéndote. Nada te revelo, tú te has dado cuenta hace tiempo y te dejas querer por mí, es agradable sentirse amado por quien nada te va a pedir. Yo me retiraré cuando decidas que basta, que ya está bien, cuando me abras la puerta y me veas ir hacia el ascensor sabiendo que no vendré más.”

                                                III

-El que no esperaba nada acaba exigiendo, el que se acercaba con devoción y modestia se torna tiránico e iconoclasta, el que mendigaba sonrisas o atención o besos de la persona amada se hace de rogar y se vuelve soberbio….El paso del tiempo exaspera y condensa cualquier tormenta, aunque al principio no hubiera ni una nube minúscula en el horizonte.

-Nadie puede quejarse de no haber nacido, o de no haber estado antes en el mundo, o de no haber estado siempre en él, así que, ¿por qué habría de quejarse nadie de morir, o de no estar después en el mundo, o de no permanecer siempre en él?....Nadie objeta la fecha de su nacimiento, luego tampoco habría de objetar la de su muerte, igualmente debida a un azar.(,…) Y si ya se estuvo en la nada, o en la no existencia, no es tan extraño ni grave regresar a ella,…     

No hay comentarios:

Publicar un comentario