¡Los barcos, los barcos...
he ahí cómo navegan en el asfalto de la ciudad
desparecido el humo, vesperal heraldo,
sin peces ni juncos
donde trinan arbóreas aves
sin esperar a que se sumerja
en los fluviales mares,
sin cañones ni ruidos humanos,
arrastrados a la vida
en admiración del arte.
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