Amanece el fuego y el incendio en el campo, ¡campo de las Culebras?! Huele a chamusquina, pero no se trata de políticos. ¡Parece mentira que ante estas situaciones de las doce plagas:" Epidemia, Filomena, guerra, incendios, desastres naturales..." los políticos sigan y no se quemen. ¡no puedo comprenderlo! Quiero justificarlo en ese tríptico, con ese sol abrasador que todo lo seca, hasta que un día, dicen los científicos, nos engulla. La sequía, como hombre de campo, entiendo esto, empezó ya hace unos treinta años. No es de ahora. Pero el cambio climático es otra cosa. Los ecologistas están, hoy por hoy, equivocados. Hay más animales si se cuida el campo.
El sol se expande poderoso desde hace muchos años. El hombre del sombrero siempre cosechó a las cuatro de la tarde, cuando la mies se abrasaba. Los motores siempre desprendieron chispas, también el sol, chispas y fuego. El campo debe tener sus cortes, sus pasos.
Duermo la siesta bajo una encina. Oigo a los grillos y a las chicharas cantar dulcemente. Y también noto, lejos como estoy, sobre mis oidos el ruido que soporta la tierra de camiones y coches , un ruido insano que no me deja reposar.
Sé que la tierra camina y el sol se va, muy lentamente, escondiéndose después de haber castigado a lo verde y al agua fresca, otro día más el fuego deja paso a la luna que resurge brillante, blanca, reluciente para ocupar el espacio que el sol deja. En las charcas cercanas oigo a las ranas croar.