La ciudad, la gran ciudad, automóviles,..
Y la noche, brillos de luz.
Un hombre despistado, campestre, avanza, busca,
se detiene, se interrumpe por los coches, se cansa su
mirada:
giros a la izquierda, giros a la derecha, automóviles
movimientos, sin cesar. La ciudad, la gran ciudad
Es giro, perturbación del sentido, es búsqueda,
el ruido rodando en el cerebro, ese hombre
en una realidad desconocida, espacio sin fin
nada de lo que busca encuentra: una calle, un amigo
unos conocidos, giros y más giros, el ruido rodando
en su cerebro, “no sigo”, renuncia, perdido,
llegar hasta unos amigos, unos conocidos, donde sea
o se encuentre la
calle, es un espacio extraño, sucumbe a la noche.
Al amanecer, regresa, la cara angustiada,
la vergüenza de los otros y la alegría del barrio, de su
calle,
sus conocidos, su casa, otro espacio
en reposo, alguien pregunta por el viaje, alguien mete
el pico en la llaga, pregunta por el objetivo que no fue,
por los amigos que renunció, como si los presentes lo fueran
pero, aunque extraños, hay conexión, el barrio, la calle,..
La casa, su casa, el recuerdo –debiste preguntar, debiste
informarte,..-
se mete en el salón y enciende la tele
ella está en la cocina
nadie habla
así es su mundo, pequeño,
aparentemente sin conexión
pero claro en las ideas, donde los sonidos y espacios,
que parece lejanos, están dotados de sentido
Tal vez alguien se rió de él
de aquella historia que buscó un día
y hasta él mismo se rió
y tanto unos como otros hoy se preguntan si fue cierta
Posiblemente forme parte de sus ratos de ocio
y la recuerden como si la hubieran leído en un libro
Christiane Pooley
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