viernes, 6 de junio de 2025

Chinchilla de Montearagón


 No me acordaba por el nombre de las calles de este pueblo, ni siquiera de sus edificios que son excelentes. Es cierto que el asombro nos abandonó hasta que llegó la lluvia, y cuando vi el Castillo, recordé el agua y los relámpagos que empezaron a caer. Nos dio tiempo a llegar pero sabíamos que no teníamos tiempo para bajar al pueblo. El castillo está algo alejado, en lo alto, como de vigilante del  pueblo. Por fuera es enorme, pero por dentro está en ruinas y completamente abandonado. Con la lluvia amenazándonos , apenas disfrutamos de lo que veíamos, si bien antes nos habíamos relajado viendo el exterior de los edificios tan clásicos,  de la iglesia, de la casa de la cultura con su exposición y de una plazoleta con soportales  donde reponer fuerzas con un vino de la tierra y un aperitivo.
Al momento, el pueblo quedó vacío; sólo se oía el goteo de los tejados, el agua circulando por las calles, y el sol. avergonzado, queriendo salir y ocupar su espacio . Pero no cabe la menor duda que el pueblo tiene bastante atractivo. 

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