Había pasado varias veces por Albacete, sin conocerlo; sin saber que tiene algo que merece la pena.
Para empezar me pareció una ciudad con "vida", no el Albacete que yo creía muerto. E incluso me pareció agradable. Me gustó su arquitectura y sus rincones, sus descansos y sus cafeterías. Percibí un ambiente juvenil bastante activo.
En cuanto a su estructura arquitectónica goza de un centro con calles llenas de edificios modernos, muy del siglo XIX. Una Guía del Ayuntamiento nos explicó su historia, hasta llegar a la Catedral, también sumamente interesante. Y cómo no lo característico de Albacete: la cuchillaría.
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